Addis Abeba, 28 jun (PL) Mientras avanzan las discusiones en torno a la 31 cumbre de la Unión Africana (UA), el bloque enfrenta hoy la disyuntiva de adoptar o pasar por alto mecanismos que resuelvan las complejas crisis migratorias continentales.
Un reciente informe de la Organización Internacional para las Migraciones confirmó que miles de refugiados y solicitantes de asilo de países de África mueren en medio del abrasador calor del desierto después de ser deportados por el Gobierno de Argelia y arrojados al Sahara.
La investigación provocó una avalancha de críticas en un momento clave, pues la UA celebra su segunda cita de alto nivel en al año, aunque algunas informaciones divulgadas subrayan que las expulsiones están en curso desde hace más de un año sin que se adopten medidas al respecto, ni siquiera para verificar la veracidad de las denuncias de maltratos.
Mauritania, Túnez, Libia, Egipto y otros Estados se negaron a firmar el protocolo sobre la libertad de circulación de las personas y el derecho de residencia adjunto al acuerdo de área de libre comercio de la UA.
Esto se debió a los temores de una migración masiva; mientras tanto, según la reconocida comentarista Lisa Awol, las autoridades de Argel se dedican a la discriminación racial contra ciudadanos extranjeros.
Además, se detuvieron y expulsaron por la fuerza a más de dos mil indocumentados subsaharianos de diversos países en las últimas tres semanas, entre ellos más de 300 menores, 25 ni siquiera viajaban acompañados. ¿Qué hará la UA al respecto? ¿Analizará lo sucedido o decidirá hacerse de la vista gorda?, manifestó Awol.
«No puede haber justificación para acorralar y deportar siguiendo esos métodos a centenares de personas según el color de su piel o su supuesto lugar de origen, un caso flagrante de perfil racial masivo», apuntó Heba Morayef, investigador del Centro de Estudios Estratégicos.
Los gobiernos implicados niegan enérgicamente los cargos de abuso. «Argelia nunca incumplió su compromiso con los tratados internacionales» en materia de derechos humanos, como se estipula en su Constitución, declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores.
«Ratificó leyes que protegen a sus ciudadanos y extranjeros en su territorio contra todas las formas de discriminación», subrayó, y agregó que «han sido durante mucho tiempo una tierra de refugio para aquellos cuya supervivencia está amenazada en sus territorios».
La entidad reconoció que en los últimos años fueron testigo de un fenómeno de migrantes ilegales sin precedentes, pero se siguieron las leyes y los compromisos, insistieron, para garantizar la seguridad de los mismos.
«La mejor solución para la migración ilegal radica en abordar los problemas que obligan a cientos de hombres, mujeres y niños a abandonar sus países», destacó la cancillería.
Y ese es tal vez el mayor reto al que se enfrenta la UA, máximo organismo de concertación en la región, ante un problema que no solo abarca a la región subsahariana, sino al resto del continente.
Observar que, en su mayoría, estos nuestros hermanos desesperados, vienen de naciones más ricas que ciertas de acogida. Entre ellos, jóvenes académicamente preparados, llenos de ilusión, que podrían dar una grande contribución al desarrollo de sus propios territorios que han sido forzados a abandonar, argumentó Tefere Alemayehu, periodista de The Ethiopian Herald, dedicado a temas migratorios.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de los países africanos está en el tercer cuarto de siglo de sus independencias; si consideramos la edad de la Unión Africana, debía de ser tiempo suficiente para que pudiéramos estar a la debida altura de solucionar los problemas que están en el génesis de ese vergonzoso movimiento migratorio, añadió.
Pero, apuntó Alemayehu, reuniones y más reuniones van y vienen, no solo de instituciones del área, sino europeas y otras, aunque las avalanchas siguen de forma interminable. ¿Hasta cuándo, África seguirá sangrando de esta forma?, concluyeron los analistas.
El dedo en la llaga: ¿cómo abordará la UA la crisis migratoria?
Por Richard Ruíz Julién